El día que no fui a recoger mi premio al diseño
Todo empezó una mañana de noviembre, cuando me encontraba en la sala de espera del dentista y recibí una llamada de alguien exquisitamente educado que no supo pronunciar mi marca, pÁngala, ni tampoco conocía mi nombre. No hubiera tenido importancia alguna, lo de mi marca y nombre, si su propósito hubiera sido otro. Le llamaremos Andrés, porque es un nombre que me gusta, y porque no era el suyo e insisto en su exquisita educación.
Andrés, muy correcto y amable me llamó un jueves para comunicarme que
me habían concedido la Medalla de Oro como reconocimiento a mi trayectoria profesional en el mundo del diseño de bolsos y complementos.
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